jueves, 9 de octubre de 2014

CUÁNTO PUEDE APORTAR UN BORRADOR A UNA SONRISA! EL CASO ITUANGO


Por: Bajo La Manga

Opiniones

Por: Sarita Palacio (@saritapalacio)De nuevo hablaré de Ituango. Ese viaje de una semana al norte de Antioquia alimentó como pocos mi repertorio de historias. Imposible no compartir lo que conmovió los ojos y el alma.Según lo referencia Wikipedia: Ituango es un municipio de Colombia, situado en la subregión Norte del departamento de Antioquia. Limita por el norte con el municipio de Tarazá y el departamento de Córdoba, por el este con los municipios de Valdivia y Briceño, por el sur con Briceño, Toledo y Peque y por el oeste con los municipios de Dabeiba y Mutatá. Su cabecera está a 195 kilómetros de la capital de Antioquia, Medellín.Lo que no referencia en su primer párrafo es que Ituango tiene marcado en sus calles, en sus paredes, en sus historias el hilo de una violencia que tejió la vida de sus habitantes durante años. ¡Qué digo tejió! Despedazó la vida de sus habitantes durante años. Hoy con pedazos del pasado y brochazos del futuro los sobrevivientes de la realidad están construyendo nuevas páginas de esperanza.Pero hoy no hablaré de la historia de Ituango. Hoy hablaré de una corta historia que me cambió la manera de ver la vida. ¡Y no estoy exagerando!Después de dos días en Ituango, salí para Santa Rita, un corregimiento de este municipio. Allí regresé a una de las tareas que más amo en el mundo: el periodismo. Y si es el periodismo que demuestra el cambio del miedo a la esperanza, aún mejor.Hasta ahí las historias ya habían tocado mi manera de mirar el mundo. ¡Y no es para menos! Cuando la gente se opone con todas sus fuerzas a perder la esperanza, cuando la gente se enfrenta al olvido, cuando las lágrimas se resisten a secarse y empiezan a salir por la emoción, es imposible no hacer un alto en el camino para tocar el alma propia, para cambiar la forma de ver el presente, el pasado y el futuro.Pero, además de todo lo que escuché, observé y sentí hubo un acontecimiento que me tocó el alma. En Santa Rita de Ituango hay una banda musico-marcial infantil. En un espacio en el que la violencia ha sido protagonista, ver que hay un grupo de niños y jóvenes que ve en su vida a la música como una opción, llena el alma.En Medellín una empresa nos había regalado 22 kit estudiantiles para niñas y niños de Antioquia. Aprovechamos la visita a Santa Rita para entregarlos allí. ¿Cómo y a quién entregarlos? La maestra que dirige la Banda Musico Marcial Infantil, (bandas como ésta son las que necesitamos en Antioquia) nos dijo que era mejor hacer una rifa, que en medio de todo era la manera más justa de entregarlos.Hicimos caso a la maestra e hicimos una rifa en el parque. Ésta se convirtió en la actividad más importante del día en este corregimiento. Los niños conformaron un círculo a nuestro alrededor y sus familias un nuevo círculo alrededor del ya anteriormente creado. Había suspenso. Niñas y niños gritaban, yo me lo quiero ganar, ¡Yo quiero uno! ¡Yo necesito uno! etc.No pasaron muchos minutos y una niña estaba con las manos en posición de oración, otro más de rodillas rogándole a Dios poderse ganar uno. Eso me partió el alma. ¿Un kit? Algo que para uno puede llegar a ser trivial en algún momento a estos niños que además le apostaban a escribir una historia diferente, les cambiaba la vida.El primer niño se ganó un kit. Abrió desesperado su morral y lo primero que encontró fue su borrador. De inmediato empezó a gritar ¡Un borrador! ¡Un borrador! ¡Un borrador de los blancos! No puedo negar que me invadió un increíble desasosiego. ¿Cómo un borrador puede cambiar la vida?Puede cambiar la vida al no ver borrones sucios en el cuaderno, puede cambiar la vida ver la vida en las hojas de cuaderno limpio, ¡puede cambiar la vida no hacer tachones! ¡Puede cambiar la vida no romper el cuaderno al borrar! Sí, un borrador puede cambiar la vida.¿Y cuánto vale un borrador? Un borrador no vale más de 500 pesos y puede generar una sonrisa invaluable. Así como lo leen señores.Me quedé con las ganas de dar más borradores, más cuadernos, más colores. Me quedé con las ganas de pintar más sonrisas, me quedé con las ganas de dar más felicidad, me quedé con las ganas de que las oraciones de todos los niños se hicieran realidad.¿Cuándo me iba a imaginar yo que un borrador podía cambiar la vida? Me acostumbré a pensar en grandes intervenciones y se me había olvidado que los grandes cambios están en las pequeñas cosas.¡Un cuaderno limpio! ¡Un borrador blanco! ¡Un lápiz con punta que no se quiebre! Poder estudiar tranquilo, estudiar para ser libre, para ser feliz.Un borrador sí puede cambiar la vida, al menos por un día. Esta y otras columnas podrá leerlas en www.bajolamanga.co (@bajo_lamanga

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